martes, 13 de noviembre de 2012

Decepcionante. Repugnantemente decepcionante.

Martín-Miguel Rubio Esteban www.elimparcial.es 02/11/2012


Dedico este Artículo a la Memoria de mi admirado amigo y maestro Agustín García Calvo, estudioso genial de las lenguas clásicas, de quien aprendí tantas cosas, y del que hablaré largamente en los sábados próximos.

La LOGSE (1990) eliminó el único año de latín que quedaba obligatorio de la Ley General de Educación de 1970, establecido posteriormente en el Decreto 160/1975, de 23 de enero, por el que se aprobaba el Plan de Estudios de Bachillerato, pilotado por Martínez Esteruelas. Y avergonzada ella misma (la LOGSE) por el crimen perpetrado dejó como fina hoja de parra que mitigaba de forma harto insuficiente su barbarie la optativa de Cultura Clásica, una materia de carácter optativo, pero de obligada oferta para todos los alumnos de 3º ESO. La Cultura Clásica, una optativa de dos horas, ha sido la única herramienta curricular que en los últimos 22 años brindaba al alumno de enseñanza obligatoria la posibilidad de entrar en contacto con las grandes civilizaciones de Grecia y Roma (también colateralmente con Cartago y Persia) y sus grandes conquistas del espíritu: la hazaña del primer alfabeto, la Democracia Ateniense, la República Romana, la Arquitectura, la gran literatura, la escultura y el canon de Policleto, la religión, el derecho público y civil, el ejército, el sistema de monedas, la casa, un cuadro sinóptico de la Historia de Grecia y Roma con sus grandes personajes y, finalmente, una introducción al latín como lengua flexiva característica. Pues bien, durante estos más de veinte años latinistas equivocados pensaban que la vuelta de la derecha al poder significaría un renacimiento de las grandes tradiciones educativas nacionales, entre las que se encontraba, naturalmente, la enseñanza del griego y el latín, y merced a la cual grandes nombres de la intelectualidad españolas estaban presentes en los anaqueles de la Biblioteca “cupulada”/ “copulada” del British Museum. No ha sido así, y es que la partidocracia que nos gobierna, cuyas ideologías representadas son mero álibi de dominio, se funda en la mediocridad consustancial de sus líderes, y no en la meritocracia propia de una sociedad abierta con igualdad de oportunidades.

Ignacio Wert es hoy el godo Fritigerno que arrasa el último bastión del Mundo Clásico ante un enmudecido Valente-Rajoy. Convertida la bienhechora tecnología en una ideología de dominio se ha llegado a pensar que lo único importante era quemar devotamente incienso a las nuevas formas de alquimia de la ingeniería tecnológica olvidándose de griegos y romanos, del Mundo Clásico, y, en general, de las Humanidades. El triunfo de este sistema educativo a la vista está: seis millones de parados en esta crisis abisal de España. La ciencia sin Humanidades acaba siendo bárbara e inhumana; la tecnología sin humanidades sólo nos puede conducir a la piedra filosofal que nos lleve al paraíso de la barbarie.

Pero todo anhelo de libertad se inspirará siempre en el Mundo Clásico. Los padres fundadores de los EEUU ( founding fathers ), George Washington, James Madison, Thomas Jefferson, Alexander Hamilton, John Adams y Benjamin Franklin “never stopped pondering the ancients, from Plato to Plutarch, and from Cicero to Pliny” ( Ron Chernow ). La Cultura Clásica siempre ha sido y será la nodriza de la libertad.

El complejo de no ser progre (parece imposible que aún “lo progre” pueda tener un significado connotativo de raíz meliorativa!) obliga a hacer concesiones bárbaras a la progresía de raza. Así, se empezó amputando el latín con la LOGSE para llegar a este paisaje desolado y yermo de la educación de la España actual. No obstante, estoy convencido de que nuestra progresía bárbara nunca aniquilará del todo las lenguas clásicas, a fin de que puedan seguir talándolas o decapitándolas los futuros bárbaros. ¿Qué serán de las reformas futuras de Educación si se secluye de una vez por todas a las lenguas clásicas del bachillerato? No podrán ya ejercer su progresía devastando los campos de la cultura las nuevas generaciones de gobernantes bárbaros. La naturaleza bárbara de los políticos españoles necesita campos de cultura que devastar, y aunque sólo sea para mantenerse en forma, necesitarán siempre que quede algo de la civilización grecolatina con la que utilizar la segur y el fuego.

Muchos profesores cándidos de latín y griego pensaban que el PP volvería en materia educativa al punto en que lo había dejado la LOCE prácticamente non nata de Pilar del Castillo, el último valladar que el gobierno de Aznar sólo levantó al final de su etapa de poder contra la barbarie que ya se veía venir. ¡Ay, mis ingenuos compañeros! El PP ya no representa la gran tradición cultural y educativa; y no tiene ideas pedagógicas que puedan molestar mínimamente a su calculada ambigüedad de oportunismo y espíritu “progre”. En realidad no han logrado salir de la órbita del sistema educativo que critican. No han logrado descubrir nuevas estrellas; continúan señalando supuestas manchas en el sol y admitiendo, por tanto, que tales manchas constituyen su luz primordial y el centro de su sistema solar. Decepcionante. Repugnantemente decepcionante.

(*) Martín-Miguel Rubio Esteban es doctor en Filología Clásica, autor de ensayos sobre literatura latina, política e historia y Catedrático de Instituto.

La cultura clásica castigada sin clase

La cultura clásica castigada sin clase


La Sociedad Española de Estudios Clásicos denuncia la desaparición de la asignatura en Secundaria con la nueva reforma educativa


Cuenta el filólogo, helenista y académico español Francisco Rodríguez Adrados que Solana y Rubalcaba le aseguraron que no querían pasar a la historia como los ministros que se «cargaron» el Latín del currículum educativo de los niños españoles. Una situación que podría suceder de mantenerse el actual anteproyecto de la ley de Calidad de la Educación que está impulsando el ministro José Ignacio Wert.



De hecho, la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC), de la que Adrados es fundador y presidente de Honor, ha remitido una carta al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la que le alertan de la «crítica situación» en la que el anteproyecto pone a las enseñanzas del griego y latín, lo que supondrá «una pérdida de la capacidad de reflexión lingüística de los alumnos y, por ello, de toda su percepción y representación verbal, lo que implica una notable merma de sus posibilidades de adquirir conocimientos».



En la misiva, que respaldan una treintena de académicos de la Lengua y de La Historia, la Sociedad Española de Estudios Clásicos alerta de que en el caso de que el anteproyecto llegara a aprobarse, «el resultado no sería otro que la desaparición inmediata no sólo de una materia instrumental que ha gozado de la máxima aceptación por parte de los alumnos, como es la Cultura Clásica, sino también del griego y, en muy breve plazo del Latín».



Es por esto por lo que proponen que se deje todo tal y como está. Es decir, pretenden que se mantenga la Cultura Clásica de 3º y 4º de la ESO como materia de oferta obligada, ya que es el primer contacto que mantienen los alumnos con el Mundo Antiguo y la puerta de entrada a los estudios posteriores del Latín y Griego en Bachillerato.



También quiere que se mantenga el Latín en 4º de la ESO «en condiciones de optatividad real» sustituyendo la opcionalidad de la nueva ley, que propone cuatro optativas de libre elección, por itinerarios más claros: Geografía e Historia y Latín para Humanidades y Ciencias Sociales, Física y Química y Biología para Ciencias. En su opinión, esta alternativa «contribuye a mejorar la formación de los estudiantes y evita problemas de horarios en los grupos de los centros».



Conversión en optativa

Por otro lado, piden al presidente del Gobierno que la asignatura de Griego I y II se mantenga como una materia obligatoria de modalidad en el Bachillerato de Humanidades. La SEEC cree que su conversión en optativa entra en competencia directa con una segunda lengua extranjera e Historia del Arte, «la hace difícilmente viable y la condena a la extinción».

La misiva de la Sociedad Española de Estudios Clásicos ha recibido la adhesión, además, de 30 académicos de la Lengua y la Historia.



Para Rodríguez Adrados los cambios que afectan a la cultura clásica «suponen una desgracia cultural porque si desaparecen las lenguas clásicas, después de toda la labor que hemos hecho en los últimos cincuenta años, nos quedamos en el vacío y a la cola de todos los países europeos teniendo en cuenta, además, que sólo tendremos un Bachillerato de dos años». Para Rodríguez Adrados «lo que pedimos es bastante modesto, ya que no es otra cosa que se mantenga el Latín y el Griego tal como están, que ya era una reducción de cosas anteriores».



El temor del filólogo es que al dejar de ser materias esenciales el Latín y el Griego «los centros no están obligados a ofertarlas todas y ya se saben el pretexto: que no hay alumnos, con lo que estas materias quedan en un descampado, en peligro absoluto».

Adrados cree que el que se viniera impartiendo Latín en 4º de la ESO era una manera de que luego los alumnos se interesaran por la cultura clásica cuando se asomaban al Bachillerato pero con la nueva reforma, al no tener ninguna noción, «es difícil que luego un alumno se interese por estas materias. Si te cortan la raíz, ramas no crecen y esas las “ramas” la reforma educativa las deja mutiladas al ser el Griego y el Latín optativas entre una caterva de asignaturas. Así que se quedarán sin profesorado, harán que las explique cualquier individuo que no sabe. Es la antesala de su desaparición».



El latín y el griego desarrollan el razonamiento

Son muchos los docentes que defienden los beneficios de las lenguas clásicas por lo que aporta al alumnado, aunque tanto el Griego como el Latín no son asignaturas fáciles. Carmen Sedeño, profesora del colegio Divina Pastora de Getafe (Madrid) asegura que el Latín, «a nivel gramatical ayuda al conocimiento de la lengua castellana; a nivel cultural aporta un bagaje cultural enorme, desarrolla la capacidad para un razonamiento claro y bien estructurado porque obliga a un procedimiento deductivo muy importante para el alumno y mejora la redacción y la expresión». Incluso las crónicas parlamentarias guardan anécdotas famosas en relación con el latín, como la ocurrida a José Luis Solín Ruiz, ministro de Trabajo durante el régimen franquista a finales de los años cincuenta. Solín, natural de Cabra (Córdoba) le discutía con el político y rector de la Universidad Complutense, el profesor Muñoz Alonso, para qué servía el Latín. El profesor le respondió: «Por de pronto, para que Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa».