jueves, 22 de abril de 2010

LA MUERTE EN ROMA


El culto a los muertos.
En Roma al igual que en muchas otras culturas daban gran importancia al culto de los difuntos de sus familiares. A sus antepasados se les denominaban manes; los romanos creían que si los honraban debidamente, les darían bienestar a sus hogares. Por este motivo, cuando una persona romana moría, se organizaba un funeral con mucho cuidado, en el cual se practicaba una serie para asegurarse de que el alma hiciese un viaje seguro desde el mundo de los vivos al de los muertos y se les rendía culto manteniendo vivo el fuego del hogar.

Ritual funerario.
El ritual funerario se iniciaba cuando uno de los familiares más cercanos besaba al moribundo para recoger su último suspiro y le cerraba los ojos. Entonces le llamaba por su nombre en voz alta. Después lavaban el cadáver con agua caliente, se le perfumaba, se le vestía con sus mejores vestidos, se le colocaba sobre el lectus funebris y se le exponía en el atrio de la casa. La tarea de prepararlos la llevaban las mujeres o los empleados de la funeraria. También era una práctica habitual en Roma colocar en la boca de difunto una moneda para Caronte. Durante la exposición del cadáver, se encendían lámparas a su alrededor y coronas de flores. Las mujeres daban muestras de dolor mediante lamentos, arrancándose el pelo, golpeándose el pecho y rasgándose los vestidos.





El entierro.
Tras el acto de exposición del difunto, comenzaba el entierro con la formación del cortejo fúnebre, que en el caso de las familias ilustres se hacía de día; por otra parte en el caso de los niños y los pobres solía hacerse de noche y muy poco tiempo después del fallecimiento. En el cortejo, el cadáver iba en el ataúd descubierto y tras él los familiares y las mujeres con el cabello suelto y lamentándose algunos de ellos se tapaban el rostro con máscaras de cera que tenían la forma de la cara de los antepasados, de esta manera los manes también estaban presente en el entierro.

Tipos de enterramientos.
El enterramiento podía ser mediante incinerado o inhumado. Si el cuerpo era incinerado, las cenizas se guardaban en unas urnas que se colocaban en los columbarios, pequeños nichos en forma de nido de paloma, ave que simbolizaba siempre la paz. De esta manera, las cenizas reposaban en un nido de paz. Los cuerpos sin incinerar o la urna con las cenizas del muerto podían ser enterrados en grandes panteones o humildes tumbas, según la riqueza de los familiares. Los cementerios de los romanos solían estar a las afueras de la ciudad, juntos a los caminos y vías principales, frecuentemente adornados con jardines y con una gran variedad de plantas con una simbología para cada difunto. Las tumbas estaban dotadas de elementos para poder celebrar banquetes funerarios con los que sus seres queridos honraban al difunto y era una costumbre decorarlas con guirnaldas de flores y poner ofrendas de vino y comida delante de ellas. Además se solían escribir epitafios en ellas.




Supersticiones.
Una vez enterrados, los difuntos seguían siendo recordados. Cada año, durante el mes de febrero, el mes de las purificaciones, se realizaban fiestas funerarias y se visitaban los sepulcros, donde se ponían alimentos, bebidas, flores y otros obsequios. Además solían preparar un banquete dejando un sitio libre con alimentos, en recuerdo del último familiar muerto. Así tenían felices a los manes y estaban seguros de que no saldrían de sus tumbas ocasionando infortunios en la economía del hogar ni en la salud de los familiares supervivientes.

Esto era debido a que creían en la existencia de unos espíritus que eran malvados llamados los lemures, espectros que podían dañar y atormentar a los vivos. Para apartarlos del hogar el padre de la familia hacía un ritual a medianoche en el mes de mayo los días 9, 11 y 13. Tras este ritual estaban tranquilos sabiendo que los lemures se habían ido de la casa y habían vuelto al mundo de los muertos.

El mundo de los muertos.
Los romanos también creían que las almas de los muertos realizaban un viaje a regiones subterráneas, llamadas infierno, Averno o Hades. Este mundo estaba gobernado por el dios Plutón, también conocido como Orco. El encargado de conducir las almas al Averno era el dios Mercurio. Para llegar a él, las almas tenían que atravesar la laguna Estigia en una balsa conducida por Caronte, el cual previo pago de un peaje, las transportaba a la orilla por ello se le colocaba la moneda en la boca.



AUTORA: Gillian Macías González (1º bachillerato)


Bibliografía.

La muerte y sus ritos- Macías Cristóbal, Cultura Clásica I ESO segundo ciclo, editorial Mc Graw Hill.

La muerte y sus ritos- Latín I bachillerato, editorial Edebé.

Culto a los muertos - http://www.culturaclasica.com/cultura/creencias.htm

El mundo funerario romano - http://www.tarraconensis.com/ritosfunerarios/EL%20MUNDO%20FUNERARIO%20ROMANO.htm

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